La historia del pastel que no se llamaba merengue.

Ayer salí a tomar café para disfrutar de la tarde. No tenía pensamiento de pedirme nada de comer hasta que vi este pastel y no lo pude resistir. En cada cucharada recordaba mi niñez, de cuando me quedaba los fines de semana con mi abuela y los domingos me invitaba a desayunar uno de estos pasteles.

Hacía años que no los probaba pero disfruté como una niña pequeña.

Pero todo tiene su lado malo, y me llevé la decepción cuando me enteré de que no se llamaban "merengues" sino "teta de vaca". Ya no volveré a mirarlos igual...